inaguro este rincón...
orillero...

de este lado ya había
mates llenos de risa,
mucho ruido,
y muchas nueces,
luces brillos jazz y tango,
montones de preguntas sin contestar,
un dolor silencioso e innombrable,
las palabras mas sensatas
en boca de quien prefirió decir dibujando,
y una vedette con preocupaciones geopolíticas...

traigo de allá,
un poco de carnaval en la mochila,
la nostalgia que pesqué en el río,
unos cuantos abrazos,
algo de magia que pasó de contrabando,
ladridos del tafa,
piedritas de lagos y mares en los zapatos,
el sonido de los tambores,
y un poco de maquillaje que me dejó un murguista al bajar del tablado

vamos a ver qué sale...
quien sabe...





hadas

(Cuentan quienes estuvieron en el bosque, que las hadas que son olvidadas, mueren lentamente de pena)

Dicen que las hadas vuelan sólo cuando están alegres. Dicen que están alegres sólo cuando se sienten queridas. Dicen que se sienten queridas sólo cuando alguien las cuida, mirándolas con ternura mientras danzan, sacándoles las pelusas de sus alas o contándoles fantásticas historias que las hadas escuchan cautivadas mientras beben jugo de moras endulzado con miel.

Cuentan que sólo pueden cuidarlas quienes son capaces de reconocerlas, escondidas como andan entre todos los seres del bosque. Y que sólo pueden reconocerlas aquellos capaces de descubrir las nubes que cubren sus ojos, que son los mismos que pueden ver la risa de la luna.

Se sabe que sólo se puede cuidar de un hada a la vez, porque necesitan mucho cariño. Además, comentan por ahí que son muy vulnerables, y que lo disimulan hábilmente. Cuando un dolor oprime el alma de un hada, ella canta y canta hipnotizando a todos los que encuentra a su paso, y sólo muy pocos descubren en esa melodía la tristeza de estos seres.

Parece que cuando están alegres, vuelan y sus alas emanan aroma a durazno. Y si están aun más alegres, estallan en carcajadas que mueven las copas de los árboles sacudiendo sus ramas y provocando que sus hojas les hagan cosquillas a las mariposas, quienes mueren de envidia porque pueden volar, pero no reír como las hadas.

Dicen que cuando dejan de cuidarlas esperan, esperan, esperan... hasta un día en que se secan de tanto llorar lágrimas de rocío, y se van lejos, y ya no vuelven.
Y que quien ha descuidado a una de ellas es condenado a recordar por siempre a su hada abandonada, y a buscarla eterna e inútilmente.
Porque quien la descuida no puede volver a encontrarla nunca, jamás.