crónicas del paisito
Cosas del carnaval
“Ensayo de murga y otras yerbas”
Amiga... ¿Cómo estás?
Yo bien, como verás, algo alejada de este aparatito.
Acá en el paisito, como siempre, el tiempo se trasforma en una gran nada, mezcla de lecturas, largas charlas, caminatas playeras, cálidas comidas, música y mate.
Todo en un perfecto desorden de alternancia, que se repite una y otra vez.
Entro en un estado maravilloso que se me presenta a los sentidos (o a la conciencia, o al ser, o a lo que sea) como eterno, como si la vida fuera esto, aquí, antes y siempre...
Entre las nuevas experiencias, que me sacan de esa mezcla entre lo zen y lo charrúa (todo oriental al fin y al cabo) anoche asistí por primera vez a un ensayo de murga. Me hubiera encantado que estuvieras ahí…
Fue una celebración ver las pasadas de los mismos temas, una y otra vez, para pulir unas voces, agregar un chiste, coordinar los tiempos con la percusión, ajustar los movimientos, etc.
Y en el intervalo, entrelazados con las hamburguesas, choris y las infaltables cervezas heladas, los comentarios de los murguistas, contando cómo se sintieron.
La letrista, cosiendo y cortando ideas, el escenográfo mostrándonos orgulloso la maqueta, el Rayo (mi primo ¿te acordás?) y yo aportando tímidamente nuestra impresión (siempre más tímidamente yo que el Rayo).
El director, atento a detalles imperceptibles para mortales como nosotros. Segunda pasada, con letras agregadas en el intervalo, nuevas ideas, y un poco más de público del barrio, que se acerca cada noche a acompañar la creación.
Y los murguistas, alimentados de esas miradas, pasada la media noche cantan como si fuera la primera o la última función, a pesar de que hace meses que cada tarde se juntan en ese club a ensayar, y que sus trajes y maquillaje aun no están listos... Fin del ensayo. Aplausos.
Ya casi tengo la camiseta de La Gran Muñeca. Vos también serías hincha fanática si hubieras estado ahí. Relajarse, más cerveza, fumar un poco. "¿Pinta un voley?". Se nota que Momo, rey del carnaval, los bendijo con el don de la energía infinita. El voley se demora, se pican los choris que quedaron. "¿Así que sos de Buenos Aires?", "¿Hasta cuándo te quedas?" Los murguistas despliegan otros colores, aceptan los aplausos, cuentan sus proezas carnavalezcas. Se lucen con sus mejores chistes frente a las poquitas colombinas que nos quedamos, una vez finalizado el ensayo, en ese universo masculino. A las 2, se arma el voley. El cielo amenaza seriamente con aguar la noche, y hay un largo viaje hasta Lagomar. Así que nos despedimos de la murga.
Por supuesto, con la promesa de volver…
“Desfilando con la muñeca”
Amiga…
Aquí estoy otra vez, con buenas nuevas.
Anoche fue el desfile inaugural del carnaval.Es un evento increíble, que invade el centro de Montevideo, desde la plaza Independencia hasta unas cuadras pasando la Intendencia.
La avenida 18 de Julio se llena de sillas a los costados, y absolutamente todas las agrupaciones que participan del carnaval desfilan esas 15 cuadras.Salen las cuerdas de tambores, sonando con toda la fuerza y moviendo sus coloridas banderas.
Salen los parodistas cantando y bailando.Salen las carrozas con sus vedettes y sus brillos.Y salen las murgas.Nosotros salimos también, acompañando a La Gran Muñeca.
Hacía diez años que esta murga no salía, y había mucha expectativa.Nos encontramos con ellos en la puerta del Solís.
Ya estaban calentando la garganta cantando, y tomando unos vinos (con pajita, “pa´ no sacarse la pintura”).Los trajes coloridos y el maquillaje, nos dificultaron reconocer a los murguistas."¿Dónde está el Toro?". "Acá", respondió delante de nuestras narices.El dueño de la murga, hijo y nieto de integrantes de la antigua Gran Muñeca, estaba visiblemente emocionado. De tanto abrazar y besar a "sus" murguistas, tenía toda la cara llena de brillo. "Si no los beso ahora..." se disculpaba.Sacaron muchas fotos.El fondo del teatro les daba el marco ideal, con sus trajes de colores.Se los notaba orgullosos."Mirá" me dijo uno "nosotros hicimos zapatos", mostrando sus enormes botas naranjas y azules, que nada tenían que envidiarle al vestuario de Star Wars. "Ninguna murga hace zapatos, fijate fijate" me señalaba mientras pasaban otras agrupaciones.Por supuesto, me saqué una foto con un murguista. El con su traje, yo con su gorro, que me quedaba enorme."Mirame" me decía "como si estuviéramos enamorados".Y claro, yo lo miraba... y soltaba la carcajada.El con su cara teñida de blanco y negro, yo no podía contener la risa."Vo, dale, en serio... ¿de que te reís?"No sabía cómo explicarle, pero la fotógrafa tuvo paciencia y las fotos salieron lindas.Nada románticas, como esperaba nuestro pierrot, pero muy lindas.
Se que vas a reprocharme que no te esté adjuntando alguna, y me recordarás que ofreciste tantísimas veces prestarme tu cámara. Sabés como soy. Igual después te consigo alguna. Prometido.Volviendo al desfile. Pasada la medianoche, nos pusimos en la cola de salida.Nos dieron las acreditaciones que nos permitían entrar, cada una con la especificación de su rol: "director", "asistente", etc.Las nuestras decían "propaganda", que es la acreditación que se les da a quienes ingresan como sponsor. Como “La gran muñeca” no tiene ningún sponsor, entonces nosotros no hacíamos propaganda de nada.El policía que nos dejó pasar nos miró con desconfianza, pero pasamos...¡Qué adrenalina, cuando arrancás, con la avenida toda iluminada por delante!Salió la bandera de la murga, atrás los murguistas danzando y saltando, al ritmo de su batería. Y nosotros detrás, acompañando con aplausos, un poco de baile y un poco de canto de las letras que ya nos habíamos aprendido.
Los niños, como locos, seguían de cerca a los integrantes de la murga, tirándoles papelitos. Pasaban las cuadras y cada vez más chiquilines, jugando con ellos.Una fiesta. De pronto, uno de los murguista saca a bailar a alguna señorita del público que se anima pudorosa.La gente les da la mano, les pide para sacarse fotos.Y los murguistas disfrutan ese momento de gloria, que es además, el tobogán sin retorno a las próximas noches: los espera más de un mes pasando las noches de tablado en tablado.Y así transcurre más de una hora de desfile.Llegamos al final cansados, y contentos.La batería cierra su extensísimo solo de percusión, y todos aplaudimos.Los murguistas parten hacia el micro, y nosotros de vuelta a plaza Independencia a buscar el auto, y sumarnos al festejo en el club de ensayo.Cuando llegamos al club, el director de la murga andaba protestando…
...el micro había partido sin él, se lo habían olvidado en 18 de Julio y Minas, y se tuvo que ir solo, en un taxi, disfrazado, maquillado y sin un peso.
Cosas del carnaval.
“Ensayo de murga y otras yerbas”
Amiga... ¿Cómo estás?
Yo bien, como verás, algo alejada de este aparatito.
Acá en el paisito, como siempre, el tiempo se trasforma en una gran nada, mezcla de lecturas, largas charlas, caminatas playeras, cálidas comidas, música y mate.
Todo en un perfecto desorden de alternancia, que se repite una y otra vez.
Entro en un estado maravilloso que se me presenta a los sentidos (o a la conciencia, o al ser, o a lo que sea) como eterno, como si la vida fuera esto, aquí, antes y siempre...
Entre las nuevas experiencias, que me sacan de esa mezcla entre lo zen y lo charrúa (todo oriental al fin y al cabo) anoche asistí por primera vez a un ensayo de murga. Me hubiera encantado que estuvieras ahí…
Fue una celebración ver las pasadas de los mismos temas, una y otra vez, para pulir unas voces, agregar un chiste, coordinar los tiempos con la percusión, ajustar los movimientos, etc.
Y en el intervalo, entrelazados con las hamburguesas, choris y las infaltables cervezas heladas, los comentarios de los murguistas, contando cómo se sintieron.
La letrista, cosiendo y cortando ideas, el escenográfo mostrándonos orgulloso la maqueta, el Rayo (mi primo ¿te acordás?) y yo aportando tímidamente nuestra impresión (siempre más tímidamente yo que el Rayo).
El director, atento a detalles imperceptibles para mortales como nosotros. Segunda pasada, con letras agregadas en el intervalo, nuevas ideas, y un poco más de público del barrio, que se acerca cada noche a acompañar la creación.
Y los murguistas, alimentados de esas miradas, pasada la media noche cantan como si fuera la primera o la última función, a pesar de que hace meses que cada tarde se juntan en ese club a ensayar, y que sus trajes y maquillaje aun no están listos... Fin del ensayo. Aplausos.
Ya casi tengo la camiseta de La Gran Muñeca. Vos también serías hincha fanática si hubieras estado ahí. Relajarse, más cerveza, fumar un poco. "¿Pinta un voley?". Se nota que Momo, rey del carnaval, los bendijo con el don de la energía infinita. El voley se demora, se pican los choris que quedaron. "¿Así que sos de Buenos Aires?", "¿Hasta cuándo te quedas?" Los murguistas despliegan otros colores, aceptan los aplausos, cuentan sus proezas carnavalezcas. Se lucen con sus mejores chistes frente a las poquitas colombinas que nos quedamos, una vez finalizado el ensayo, en ese universo masculino. A las 2, se arma el voley. El cielo amenaza seriamente con aguar la noche, y hay un largo viaje hasta Lagomar. Así que nos despedimos de la murga.
Por supuesto, con la promesa de volver…
“Desfilando con la muñeca”
Amiga…
Aquí estoy otra vez, con buenas nuevas.
Anoche fue el desfile inaugural del carnaval.Es un evento increíble, que invade el centro de Montevideo, desde la plaza Independencia hasta unas cuadras pasando la Intendencia.
La avenida 18 de Julio se llena de sillas a los costados, y absolutamente todas las agrupaciones que participan del carnaval desfilan esas 15 cuadras.Salen las cuerdas de tambores, sonando con toda la fuerza y moviendo sus coloridas banderas.
Salen los parodistas cantando y bailando.Salen las carrozas con sus vedettes y sus brillos.Y salen las murgas.Nosotros salimos también, acompañando a La Gran Muñeca.
Hacía diez años que esta murga no salía, y había mucha expectativa.Nos encontramos con ellos en la puerta del Solís.
Ya estaban calentando la garganta cantando, y tomando unos vinos (con pajita, “pa´ no sacarse la pintura”).Los trajes coloridos y el maquillaje, nos dificultaron reconocer a los murguistas."¿Dónde está el Toro?". "Acá", respondió delante de nuestras narices.El dueño de la murga, hijo y nieto de integrantes de la antigua Gran Muñeca, estaba visiblemente emocionado. De tanto abrazar y besar a "sus" murguistas, tenía toda la cara llena de brillo. "Si no los beso ahora..." se disculpaba.Sacaron muchas fotos.El fondo del teatro les daba el marco ideal, con sus trajes de colores.Se los notaba orgullosos."Mirá" me dijo uno "nosotros hicimos zapatos", mostrando sus enormes botas naranjas y azules, que nada tenían que envidiarle al vestuario de Star Wars. "Ninguna murga hace zapatos, fijate fijate" me señalaba mientras pasaban otras agrupaciones.Por supuesto, me saqué una foto con un murguista. El con su traje, yo con su gorro, que me quedaba enorme."Mirame" me decía "como si estuviéramos enamorados".Y claro, yo lo miraba... y soltaba la carcajada.El con su cara teñida de blanco y negro, yo no podía contener la risa."Vo, dale, en serio... ¿de que te reís?"No sabía cómo explicarle, pero la fotógrafa tuvo paciencia y las fotos salieron lindas.Nada románticas, como esperaba nuestro pierrot, pero muy lindas.
Se que vas a reprocharme que no te esté adjuntando alguna, y me recordarás que ofreciste tantísimas veces prestarme tu cámara. Sabés como soy. Igual después te consigo alguna. Prometido.Volviendo al desfile. Pasada la medianoche, nos pusimos en la cola de salida.Nos dieron las acreditaciones que nos permitían entrar, cada una con la especificación de su rol: "director", "asistente", etc.Las nuestras decían "propaganda", que es la acreditación que se les da a quienes ingresan como sponsor. Como “La gran muñeca” no tiene ningún sponsor, entonces nosotros no hacíamos propaganda de nada.El policía que nos dejó pasar nos miró con desconfianza, pero pasamos...¡Qué adrenalina, cuando arrancás, con la avenida toda iluminada por delante!Salió la bandera de la murga, atrás los murguistas danzando y saltando, al ritmo de su batería. Y nosotros detrás, acompañando con aplausos, un poco de baile y un poco de canto de las letras que ya nos habíamos aprendido.
Los niños, como locos, seguían de cerca a los integrantes de la murga, tirándoles papelitos. Pasaban las cuadras y cada vez más chiquilines, jugando con ellos.Una fiesta. De pronto, uno de los murguista saca a bailar a alguna señorita del público que se anima pudorosa.La gente les da la mano, les pide para sacarse fotos.Y los murguistas disfrutan ese momento de gloria, que es además, el tobogán sin retorno a las próximas noches: los espera más de un mes pasando las noches de tablado en tablado.Y así transcurre más de una hora de desfile.Llegamos al final cansados, y contentos.La batería cierra su extensísimo solo de percusión, y todos aplaudimos.Los murguistas parten hacia el micro, y nosotros de vuelta a plaza Independencia a buscar el auto, y sumarnos al festejo en el club de ensayo.Cuando llegamos al club, el director de la murga andaba protestando…
...el micro había partido sin él, se lo habían olvidado en 18 de Julio y Minas, y se tuvo que ir solo, en un taxi, disfrazado, maquillado y sin un peso.
Cosas del carnaval.
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