El bote está invadido de brujas:
la que vino para llorar, pero se ríe,
otra que no sabe a qué vino, y llora,
una que anda por el mundo reparando almas.
Yo sigo remando en el bote
acompañada de tantas soledades,
con dos orillas enfrentadas
como destino.
Cada vez más cerca de ambas.
Ya se.
Parece imposible.
Es solo que nunca me llevé muy bien
con esto de la navegación
Suscribirse a:
Entradas (Atom)