Carta de amor desde un edificio en llamas
Ojalá el fuego no se lleve estas palabras.
Hace segundos acepté que probablemente no vuelva a verte y descubrí aterrada la cantidad de cosas que tenía para decirte.
No lo sabía. Te juro que no sabía que guardaba silencio.
Solo cuando el humo tapó casi por completo lo que veían mis ojos, pude divisar que hacía tiempo había dejado de cuidar el pequeño mundito que hace años habíamos empezado a construir.
La maldita excusa del trabajo. Del progreso. El sacrificio para estar mejor.
Y ahora acá, encerrada en esta oficina de mierda, me importan un carajo las vacaciones en Venecia, la pileta de la casa de Pilar, y el lavavajillas.
Ahora devolvería cada uno de esos inútiles objetos y pediría a cambio una noche.
Una noche silenciosa, que me permita volver a oír las incomprensibles palabras que se te escapan entre sueños. Una noche para quejarme de cómo me destapás. Una noche para que me abraces dormido con esa decisión que jamás tenés cuando estás despierto.
Una noche...
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