inaguro este rincón...
orillero...

de este lado ya había
mates llenos de risa,
mucho ruido,
y muchas nueces,
luces brillos jazz y tango,
montones de preguntas sin contestar,
un dolor silencioso e innombrable,
las palabras mas sensatas
en boca de quien prefirió decir dibujando,
y una vedette con preocupaciones geopolíticas...

traigo de allá,
un poco de carnaval en la mochila,
la nostalgia que pesqué en el río,
unos cuantos abrazos,
algo de magia que pasó de contrabando,
ladridos del tafa,
piedritas de lagos y mares en los zapatos,
el sonido de los tambores,
y un poco de maquillaje que me dejó un murguista al bajar del tablado

vamos a ver qué sale...
quien sabe...





lento

Ramiro avanza por Talcahuano y se da cuenta de que cada vez que camina por el centro se lo llevan por delante un promedio de tres personas por cuadra.
El supone que lo atropellan porque no lo ven.
Ramiro está tan convencido de que es invisible que ni por asomo se dará cuenta, en las muchas veces que seguirá yendo al centro, que él camina a una velocidad notablemente más lenta que el resto de los peatones, y que ese ritmo aletargado lo convierte en un blanco fácil.

Dobla por Lavalle y ve como, a toda velocidad, se le aproxima una enorme pila de carpetas que caminan sobre una piernas delgadas cubiertas de medias negras que finalizan en unos zapatos sobrios con unos tacos tan altos que a Ramiro le producen vértigo.
Lento de reflejos, Ramiro no logra decidir si es más adecuado correrse a la izquierda o la derecha, y en el medio de la vacilación la pila de carpetas cae sobre él.
"Perdón", dice Ramiro, que está acostumbrado a pedir disculpas cuando lo atropellan.
No recibe respuesta, y mientras observa el alfombrado de papeles que se produjo a su alrededor, ve como encima de las medias negras, aparece un trajecito gris, coronado por el rostro de su vecina de la dos, que lo mira sin salir de su asombro.
Callados, los dos se agachan simultáneamente a recolectar las carpetas, y esta coincidencia en el movimiento se le antoja simpática a la de la dos, que le dedica a Ramiro una pequeña sonrisa.

Es más linda cuando sonríe piensa Ramiro mientras de aleja por Lavalle, luego de haber terminado de juntar los papeles, sin haber intercambiado con su vecina ni una sola palabra.

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